sábado, 22 de noviembre de 2008

El anonimato

Un edificio con cuarenta plantas está lleno de seres anónimos que van y vienen. Cada uno de ellos con una vida, una familia, una historia llena de éxitos y fracasos. Sin embargo, para mí sólo son personas ajenas, con un traje y una tarjeta roja que los habilita para, como yo, subir ese ascensor lento y monótono que hace las veces de transporte hasta mi lugar de trabajo.

Hombre, unos cuarenta, complexión fuerte, alto. Bajó el jueves a las siete de la tarde conmigo en el ascensor. Se me quedó mirando y me dijo: "es la segunda vez que coincidimos hoy". En uno de los brotes de sinceridad que me caracterizan le dije "lo siento, no me había dado cuenta". No sé por qué motivo me sacó del anonimato al cual ya me he más que acostumbrado.

El lunes tal vez vuelva a verle, y seguramente seguiré sin recordar su cara.

2 comentarios:

Ana dijo...

Hay tanta gente que se cruza en nuestras vidas...y no podemos conocerlos a todos. jo..
Besos

Chechu dijo...

Y cuantas veces nos habremos cruzados con personas días y días y nunca nos percatamos de ellos hasta que un día un minimo detalle nos hace fijarnos. 6000 millones de personas son mucho peso en este planeta.