lunes, 7 de julio de 2008

Grita!

El ojo humano, por puro instinto, se dirige a la luz. Bernardo Atxaga decía en "Obabakoak" que algo así le pasa a la memoria: Es selectiva por naturaleza. Son aquellos momentos memorables los que recordamos en la vida.

Cuántos gritos quedan ahogados en nuestro interior. Tiempos que hacen anodina nuestra existencia, por no atrevernos a usar la palabra adecuada, por miedo al qué pasará.

El arrepentimiento es el único bálsamo que nos queda para aliviar la falta de ímpetu, de valentía. Pero el problema de la penitencia es que a veces no nos damos cuenta de que el perdón de los demás lo tuvimos hace tiempo, el que nos falta es el de nosotros mismos.

Así que me lo debo. Hoy me concedo el privilegio de gritar. Respiro hondo y me digo a mí misma: "enciende una vela en tu memoria. Hoy, más que nunca, necesitas esa luz brillante que te haga recordar que, de una tarde del 7 de julio, quisiste estar un poco más en paz contigo misma".

viernes, 4 de julio de 2008

Extraños en el tren

Ayer fue uno de los días más raros de mi vida.

Me subí a Renfe, como cada día, y me encontré por casualidad con una compañera de trabajo. Al verme con un libro en la mano, me preguntó de qué iba. "De la Guerra Civil" contesté (es el penúltimo libro que ha sacado Paul Preston) no sé como empecé a contarle que estaba leyendo la huelga general de los mineros de Asturias, y que "la Pasionaria" había sido una de las representantes de este colectivo en la Segunda República. "Ah, pensaba que era vasca" contesta mi compañera. Y el señor que estaba sentado a nuestro lado, que no conocíamos de nada, comienza a contarnos que su abuela había luchado junto a La Pasionaria en la Guerra Civil.

Mi amiga y yo nos quedamos a cuadros. Pero ahí no acaba la cosa. Esa misma tarde, primero en el metro y luego en el tren, varios extraños intervinieron en nuestra conversación.

Ella insiste en que es la primera vez que le pasa, a mí sin embargo, me sucede continuamente.

A veces me pregunto si mi acentazo andaluz tiene que ver algo... Mis compañeros de trabajo juran y perjuran que sí.


En fin, cualquier anécdota es bien recibida