domingo, 23 de marzo de 2008

Del tiempo y la distancia

Vivo lejos de mi familia, por motivos profesionales y también de pareja. Los echo terriblemente de menos. A veces, llamo sin saber exactamente qué me ha llevado a marcar el teléfono, y creo que es sólo por oir la voz de mi madre, o de mi abuela. Sus palabras denotan confianza y seguridad, saben que estoy tomando las riendas de mi vida aunque eso suponga nuestra separación.
Hay veces, no demasiadas afortunadamente, en que pienso todo lo que me estoy perdiendo de ellas. De una vez a otra que nos vemos, noto a mi madre más mayor, más cansada. Este deterioro es, por supuesto, mucho más evidente en mi abuela. "Los años no perdonan, alma mía". Y no tengo más remedio que asentir, porque la vida es un pulso en que sabemos de antemano quién será el ganador.
¿Por qué uno piensa que todos los que le rodean serán eternamente jóvenes? Me imagino que el paso del tiempo es un hueso duro de roer para todos, y éste se hace más evidente en la distancia... Pero ¿cómo me afecta el transcurrir de los días a mí?

Es evidente que físicamente no estoy como cuando tenía 20 años. Ahora me tengo que cuidar más. Pero dejando de un lado el físico, me siento más madura, más persona. La memoria se va construyendo de pequeños retales de experiencias pasadas, algunas buenas, otras (paradójicamente las que más me han enseñado) dolorosas. Y todas ellas hacen que hoy tenga más humanidad y tolerancia.

Espero que el tiempo, y la distancia, me permitan que sea recordada por ser alguien que fue cada día mejor.

2 comentarios:

Pilar dijo...

Preciosa reflexión.

No hay nada de malo en sumergirse un poco en la melancolía de vez en cuando. Todos los sentimientos son hermosos porque nos hacen humanos.
Te regalo esta canción, espero que te guste:
http://es.youtube.com/watch?v=yK1smbWqP1g&feature=related

Un beso.

cheerleader dijo...

Lo mejor es no dejar de quererse nunca, que bastante complicado es crecer.

Saludos,